La maquinaria
de la economía es el consumo. Si este se paraliza, el comercio y todo lo que
conlleva se resiente. Si el consumo es justo y satisface nuestras necesidades
tenemos: “El consumo gusto”.
Dos amigas tenían
una discusión hablando de la economía justa. Al no ponerse de acuerdo
decidieron ir a las universidades de Salamanca y Alcalá. Después de
entrevistarse con matemáticos, economistas y filósofos seguían teniendo las
mismas diferencias.
Las dos se
ponen de acuerdo en hacer un viaje y conocer diferentes modos de ver las cosas.
Primero buscaron en las civilizaciones romanas y griegas y no encontraron una
justa economía, solo sus ruinas.
Después fueron
en busca de economías emergentes y consolidadas: Alemania, Países Escandinavos
e Inglaterra. Sus costumbres y modos de vivir no les sacaron de dudas. Tampoco
encontraron muchas diferencias.
Siguieron su
viaje a Nueva York. Allí con su industria, sus lujosos comercios y rascacielos
no encontraron un consumo justo. También había pobreza. Una buena economía no
tiene tanta diferencia entre sus miembros.
Para despejar
las ideas marcharon al desierto del Sahara. En sus misteriosas arenas
encontraron pueblos que vivían con lo suficiente para ellos y eran felices.
Después continuaron
el viaje por las selvas africanas y amazónicas. En la naturaleza selvática
encontraron muchos animales y plantas que se administraban con los recursos de
la selva. Aquí terminaron el viaje y volvieron a sus casas.
Cuando después
de unos días fueron sacando conclusiones del viaje sus razonamientos al fin, NO
COINCIDÍAN.
Continuará …
Ciriaco Blasco
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